Androide curioso

lunes, 18 de agosto de 2008

Injertos

El fin del mundo se acerca, decía la vecina loca de la casa tétrica de la esquina. Vestía unos pantalones aflautados, de esos que son a la cintura pero que a ella le quedaban hasta de bajo de las tetas. En ese espacio entre senos y vulva se formaba una extraña pelota rara, que siempre me llamó la atención. Su chaqueta era corta, casi un chaquetón de huaso chileno, de color rosado con diseños sicodélicos, lentes desiquilibrados con la patita derecha pegada con cinta adhesiva. El fin del mundo se acerca, decía.
Todos reímos como estúpidos, nos miramos como verdadero cómplices y esperamos a que se diera de espalda para burlarnos. La loca de la esquina se percató y se volteó y pronunció: ya se los advertí. Todos quedaron helados.
Fotolog muere, cada día mi impopularidad se hace más notoria. Qué más da, sólo queda esperar a que la profesía de la loca se cumpla, por el momento es preferible salir a dar vueltas en bicicleta escuchando alguna canción de Björk.
Cuidado, cuidado... sonaba a cada instante en mi mente mientras paseaba. En cosas de segundo vi a un perro pasar en frente de mi. La bicicleta se elevó unos sentímetros, sintiendo el impacto y el dolor. Se quejaba de tal manera que la loca salió de su casa (estaba mirando por la ventana en ese mismo momento) y fue a mi rescate, pues estaba a unos metros de la escena botado en el suelo. Quedé en shock, no sabía del tiempo y del espacio, sólo escuchaba la voz de Björk palidecer junto a mi. Del perro no supe nada hasta que cuando desperté me hallaba en una habitación de muchos colores. Estaba solo en una cama tapado entero. Grité pidiendo alguna explicación hasta que alguien abre la puerta. La loca miró con malicia, me preguntó si no había sentido nada, le dije que no desconcertado.
Se fue riendo como verdadera desquiciada. Me puse nervioso, quería escapar, me levanté y cuando me miré quedé pasmado: debajo de mis tetillas tenía insertado el cuerpo del perro atropellado, estaba cocido y lleno de cicatrices. En qué me has convertido, grité, la loca entró a la habitación y me dice: por fin somos iguales. Se desabrochó el pantalón, se subió la polera y le vi su cuerpo viejo y desnudo. Grité. Se acercó a mi y tuvimos sexo.
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